miércoles, 13 de mayo de 2009

Sebastian

Otoño de 2004.

Tenía veinticinco años.

Papá me había acompañado a buscar el auto nuevo a la concesionaria. Era mi primer auto y estaba feliz. Desde ese momento podía ir hasta el fin del mundo sin depender de nadie. Podía salir con mis amigas a bailar y no tener que esperar que ellas dejaran a sus trofeos de esa noche para irme a dormir a mi cama.Podía ir a la facu y quedarme charlando con mis amigos tranquila sin pensar que debía esperar la combi que me trasladara a mi hogar

Podía escapar.



Mi novio no había podido estar conmigo para acompañarme.

En general no era compañero ,siempre tenía que estudiar y estudiar sin parar . Deseaba recibirse de médico para ser el mejor y, salir conmigo a ver un autito, no compatibilizaba con su sueño de la medalla de honor.

Creo que me quería, a su manera.

Yo no se si lo quería a él pero me resultaba cómodo, yo no lo molestaba y él no me molestaba a mi.

Su nombre es Sebastian. El hijo menor de una familia acomodada de Buenos Aires.

Su abuelo era médico, su padre era médico, sus dos hermanos mayores eran médicos y el debía ser el mejor. No porque lo obligaran sino porque su personalidad lo llevaba a querer ser siempre el primero.

Yo no debía quedarme atrás. Para estar junto a él también debía ser la mejor o por lo menos aparentar que lo era.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ufff... es re denso eso... este imperativo nuevo de ser exitosas, hace que me acuerde de las feministas con palabras poco amables.

¡Me enganchó tu blog!

Anónimo dijo...

yo ya tengo carro ju ju ju.!!! desde los 20, no sea nuevo, pero amo a mi cucaracha.!!! (asi le puse)...

lo de sebas como que siempre fue solo el hecho de no saber que estas sola