Tenemos que hablar

-Ay Caro! Me tiene harta!, lo voy a llamar ya!-

-Pará mujer!!! No hagas nada así en caliente!, ya le dije que estabas durmiendo, tenés tiempo para pensarlo bien-

-No sé, capaz sería mejor llamarlo ahora así con todo a flor de piel para decirle bien todo lo que pienso sin ningún filtro, a parte…que eso de que sé muy bien no sé que?-

-No sé, me dijo eso, que lo llamaras urgente y que vos sabías muy bien por qué…-

-Este pibe está loco! No sé que quiere y la verdad ya no me importa! No me importa nada!, mañana mismo lo llamo y le digo que quiero hablar con él en persona y se acabó!, no aguanto más estar en esta situación-

-Calmate Lu, no te precipites, volvé a la realidad, si te peleas con Sebas que no sea por lo que acaba de pasar con Pablo, que sea porque realmente ya no sentís nada por él sino cuando Pablo se case con su novia vos te vas a arrepentir, por favor escuchame y tratá de hacer lo que te digo, y contame por favor que pasó-

Le conté a Caro toda la conversación con Pablo, que me había dicho que sentía cosas por mí, como yo le había dicho que sentía lo mismo y como él había esquivado mi suplica cuando le pedí que no me hiciera empezar algo que él no iba a poder seguir.
Caro se enojó conmigo, me dijo que nunca debería haber ido, que solita me había metido en la boca del lobo, que yo sabía muy bien cual era la situación de Pablo y que ahora estaba en el horno.

Me fui a dormir con un gusto amargo pero decidida a encausar las cosas. Me molestaba mucho mi relación con Sebastián, me pesaba, lo sentía como un mosquito que te revolotea por la cara cuando querés dormir. Ahí ya no había amor y tenía que terminar cuanto antes.

Al otro día me fui a mi casa después del mediodía, había estado toda la mañana con Caro parloteando sin parar. Escuché un rato su historia con Fabio, la cual, para mi gusto no venía tan bien. Él había terminado una relación muy larga hace muy poco y aunque Caro con su ceguera amor repentino no lo viera, él no se estaba comportando como alguien muy interesado. Le dije que se quedara tranquila y que no se pusiera loca esperando su llamado, si tenía que ser iba a ser, no era el último hombre en la tierra, pero quien escucha esos consejos cuando está obnubilada por un nuevo romance?-

No había prendido el celular hasta ese momento y mientras manejaba y encontré cuatro llamadas de Sebastián y dos de Pablo. Traté de seguir la recomendación de Caro de llamarlo calmada pero no podía más.
Entré raudamente a mi casa, tiré la cartera en mi cama y tomé el teléfono

-Hola-
-Al fin aparecés!-
-Sebastián tenemos que hablar-
-Por supuesto que tenemos que hablar!- me dijo Sebastián levantando la voz – y me vas a escuchar Lucila! Venite ya para mi casa-

Y como le encantaba hacer, para poner firmeza y poder a la orden, y para no variar me cortó.

(Sé que no les gustan los finales con intriga…pero en alguna parte tengo que cortar no?)