jueves, 2 de julio de 2009

La espera

Pasaban las horas y Sebas no me llamaba.

Me sentía como un chico después de hacer una travesura y saber que metió la pata.

No me sentía así desde la vez que jugando con unos zapatos carísimos de mi mamá, estaba caminando al lado de la pileta y se me cayeron al agua y no los pudo usar mas.

Traté de llamar al hermano de Sebas pero no me contestaba, la madre directamente tenía el celular apagado y Sebastián ni siquiera contestaba mis mensajes.

Contemplé la idea de irme hasta la casa, pero no sabía si estaban ahí o en la clínica.

Estaba preocupada.

Me sentía una forra, yo debería haber dejado el celular prendido. Mi novio me necesitaba para algo importante y yo estaba haciendome la linda con otro pibe.
Sebastián podía ser insoportable pero no se merecía lo que yo le estaba haciendo. A mi no me hubiera gustado que él me hubiera hecho lo que yo le hacía.

Me senté a cenar con mi familia con una evidente cara de preocupación. Mi mamá me preguntó que me pasaba y yo le conté a medias la situación.
Me dijo que me calmara, que seguramente no era nada, que si pasaba algo grave Sebastian ya me habría llamado para contarme y que las malas noticias volaban rápido.
En mi casa no sabían que mi relación con Sebas no estaba en su mejor momento y menos que estaba seriamente pensando en cortar con él. Lo querían mucho pero si pasaba algo iban a aceptar mi decisión.

Cuando terminé de cenar me fui a mi cuarto y me conecté para ver si alguien tenía alguna noticia.
Nada.
Nadie estaba conectado y no tenía ningún mail.

Cuando casi era media noche y ya estaba por llamar por enésima vez a Sebastián me suena el celular.

Era él.

Con mucha voz de cansado me dijo que el padre estaba estable pero internado en terapia intensiva por un ataque al corazón.
Yo le pregunté por que no había contestado mis llamados y me dijo que porque no tenía ánimos para hablar con nadie ya que habían estado muy preocupados esperando noticias de los médicos.
Yo empecé a pasar del remordimiento al enojo. Era la novia, no un cualquiera. Si veía que estaba preocupada llamándolo tendría que haberme respondido a mi.
Yo era como de la familia, o no?

No me pareció buen momento para los reproches y cortamos con la promesa de hablar al otro día mas tranquilos.

Yo entendí que la situación en la que estuvieron había sido muy fuerte y estresante pero, a riesgo de parecer muy egoísta, creía realmente que él había hecho mal en no pensar en mí y no compartir conmigo ese momento.

Ya no me sentía la única culpable.

Sebastián con su comportamiento me estaba alejando de él mas y mas y creo que ya estaba en un punto donde no había marcha atrás.

7 comentarios:

Lolítica dijo...

Qué momento..

Anavril dijo...

Tal cual. Una muestra mas de menosprecio..y van...

Ufa, sali del cuado de amiguitos...snif snif

LaVieEnRose dijo...

uhhhh q mal!
yo hubiese reaccionado igual q vos.
se nota q no daba para más...

besos Lu!

La amante dijo...

Loli, son estos momentos los que nos demuestran quien nons quiere y quien no.

Anavril, si, evidentemente o yo estaba despertando o él siempre había sido así y ya no me quería.
Salí de los amiguitos y volvé a entrar así estás primera, ja!

Rose, y si!! yo si estoy mal quiero que mi novio esté conmigo apoyandome, que se yo...parecía que me estaba castigando.

Gastón dijo...

Como que va dejando el camino despejado para la patada certera, no?

La amante dijo...

Gaston, obviamente la patada no se la merecía solamente por eso, bah, no es que se lo merecieera, este tipo de cosas generalmente se hacen entre dos personas, los dos teníamos la culpa de estar así

Anónimo dijo...

mmm
pues sebas si te amaba debia haberte llamado...
a uno le hace falta la pareja cuando atraviesa por ese tipo de cosas...