Tomá

No lo podía creer…me había imaginado la cara de Sebastián de dolor cuando le dijera que quería un tiempo, me había imaginado súplicas y llantos, me había imaginado sus palabras pidiéndome por favor que no lo deje, había imaginado mi culpa y mi remordimiento por dejarlo y hasta me había imaginado mi arrepentimiento cuando él me abrazara y me dijera que me amaba.

Sebastián me estaba dejando, inconcebible, y encima estaba enojado por un supuesto mail que le había mandando al ratón de biblioteca de Natu.

No podía entender como semejante insulsa me estaba ganando la guerra.

Esto iba mas allá de mi relación con Sebastián, me estaba buscando y me iba a encontrar.

La noticia de que se iba a México con “la gente del hospital” había terminado de sacarme de mis casillas. Natu había ideado hasta el último detalle, hacía que Sebastián dudara de mí y se iba tranquilita con él a un lugar paradisíaco.

-Supongo que va Natu a México no?-
-Obvio que va!-
-Sebastián, te hago una pregunta, vos sos, te hacés o pensás que yo soy una boluda?-

Sebastián me miraba como quien observa una cucaracha que está por pisotear.

-No la sigas Lucila, terminemos acá…y por favor no trates de insinuar nada con respecto a Natu y a mí…tratá de mantener la poca dignidad que te queda-
-Ja!- lancé una carcajada sarcástica – de qué dignidad me hablás??? Comparada con la de quién?, dejame de joder Sebastián, es obvio que la mina esa te está poniendo en mi contra porque en sus sueños se imagina que te vas a enamorar de ella…pobrecita…, y la verdad que vos estás hecho un tarado que le cree todo y hasta puedo imaginármelos juntitos, son tal para cual!-
-Mirá, pensá lo que quieras, yo no soy así, Natu es una amiga y tengo un compromiso con vos, aunque estemos mal…necesito un tiempo y espero que lo entiendas y te sirva a vos también.
-Ok, andate, hacé lo que quieras, es más fácil escapar, no?

En eso entró la madré de Sebastián al estudio

-Ay, hola querida, como estás?, no sabía que estabas acá…-
-Hola Amalia, igual ya me iba…-
-Ah…que lástima, no te quedás a tomar el té con nosotros?-

Lo miré a Sebastián para ver que cara tenía, pero no demostraba nada, estaba impávido.

-Ehmm, mejor no…Sebastián seguro tiene que estudiar…y yo quedé con mi mamá que la iba a acompañar a la casa de mi abuela –
-Bueno querida, como quieras…ah! Sebastián! Espero que no te moleste pero cuando atendía a Natalia, que chica amorosa…, la invité a tomar el té también, ella te dijo no?, en un ratito está por acá…-

Me dí vuelta y volví a mirar a Sebastián, ahora sí su cara había cambiado, la miraba a la madre colorado, como si la quisiera callar, pero ya era tarde.

Era mi oportunidad.

-Sabés qué Amalia? Me convenciste, me dieron ganas de quedarme, la llamo a mi mamá y le digo que voy más tarde…la vamos a pasar genial….no gordo?-