Estamos invitados a tomar el té (I)

Si dijera que no estaba nerviosa miento.

Mientras caminaba hacia el interior de la casa se me iba haciendo un nudo en el estomago.

Siempre odié pelearme con la gente, me saca mucha energía, me trabo, no digo cosas inteligentes.

Abrí la puerta de vidrio y la ví sentada a la mesa. Al verme se puso muy colorada, cola de paja seguramente. Su expresión de temor me dio valor, me levantó.
Estaba tan producida como cuando había ido a la clínica, se notaba que le había puesto esmero a su maquillaje y a su vestimenta. También había un olor fuerte a perfume floral pero no podía identificar si era de ella o de la hermana de mi suegra que también había sido invitada a la función. Ésta nena no sabía que se estaba metiendo en la boca del lobo, estaba jugando con profesionales.

La saludé amablemente y me senté.
Sebastián todavía no había llegado, no sé donde estaba pero la madre dijo que empezaramos, que ya iba a venir.

-Como estás Natalia bien?-dije mientras ponía la servilleta en mis rodillas, no le sacaba la vista de encima y ella no la podía sostener, miraba para abajo y a sus costados con una sonrisita dura, nerviosa.
-Bien y vos?- me dijo con voz afónica y huidiza
-Excelente por suerte!...-

Tenía que empezar a tirar dardos ahora que Sebastián no estaba, después no sabía si me iba a animar.

-Que linda cartera!- dije- es de tu abuela?-

La hermana de mi suegra ahogó una risita, le encantaban las maldades y tengo que decir que la técnica que estaba utilizando la había aprendido de ella.

-No…- me dijo descolocada- me la trajo mamá de Nueva York…-
-Ah…que bueno…claro…igual queda muy bien con tu estilo-
-Si si! Le queda muy bien- trató de arreglarla mi suegra que se deshacía en elogios hacia Natu, era la nuera perfecta para ella, calladita, tranquilita.

Sebastián entró en el comedor como un condenado a muerte, totalmente desganado, estoy segura que hubiera preferido sufrir una fractura expuesta jugando al futbol que tener que compartir un té con su madre, su tía y dos minas que se disputaban su atención. Los hombres odian esas situaciones.

-Ay amor vení! Te guardé un lugar al lado mío!-
Sebastián corrió la silla y se desplomó sobre ella sin decir palabra.
El ambiente no estaba muy jocoso, nadie hablaba mientras Rita servía el té.

-Querida…- dijo mi suegra a Natu- así que se van a un congreso en México! Que bueno!, vos vas no?-

Natu se puso colorada y lo miró a Sebastián que estaba más preocupado en elegir una masita de chocolate que en la conversación.

-Si si…son siete días que vamos a estar de un lado para otro sin parar, horas y horas de conferencias- dijo mientras tomaba una masita tímidamente.
-Ay Natu!, para tanto?, seguramente van a tener un montón de tiempo para pasear y salir a la noche a divertirse, no me vas a decir que del congreso se van al hotel a dormir!-dije buscando ponerla nerviosa
-No creo…es bastante intensivo no Sebastián?- trató de buscar a su cómplice
-MMmmhhhhmmmm- balbuceó Sebastián mientras miraba su celular, no quería estar ahí y nos lo hacía notar. Yo cada vez estaba mas segura de mi misma, Sebastián no iba a decir ni hacer nada delante de su madre, tenía el camino allanado.

-Seguro que no?- le dije a Natu mirandola fijamente mientras tomaba un sorbo de té , dejé la taza en la mesa y agregué – Tenés que disfrutar un poco mas Natu…tal vez…, quien te dice, por las vueltas del destino…volves del congreso con novio, no?